La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria
crónica de carácter autoinmune y etiología desconocida que tiene como órgano
diana las articulaciones. En la mayoría de los casos, se produce una
destrucción progresiva con distintos grados de deformidad e incapacidad
funcional.
La artritis reumatoide o AR por sus siglas, tiene una
distribución universal y su incidencia varia, sin embargo, las mujeres sufren
de esta enfermedad tres veces más que los hombres. La AR puede aparecer a
cualquier edad, pero es más frecuente entre la cuarta y la sexta década de la
vida.
Se considera que la AR, es el resultado de la
interacción de un antígeno desencadenante y una base genética predisponente, el
antígeno provoca una respuesta inmune en el huésped, de la cual se deriva una
reacción inflamatoria sinovial mantenida en el tiempo que resulta en la erosión
articular.
Sintomatología
Las características clínicas de la artritis reumatoide
incluyen manifestaciones tanto articulares como extra articulares.
Sintomatología
articular:
Suelen aparecer dolor y rigidez matutina (se prolonga
por más de 10 minutos), tumefacción y sensibilidad anormal de las
articulaciones enfermas, en ocasiones se puede observar derrame sinovial
fusiforme, se hallarán también signos inflamatorios como enrojecimiento y
aumento del calor local. Por otro lado, se pueden observar la aparición de
subluxaciones, desviaciones cubitales de los dedos, facilitados por la
debilidad y la atrofia de los músculos intrínsecos de la mano e incluso por
roturas tendinosas.
Las parestesias nocturnas dolorosas también son
síntomas característicos de la AR, debido a la hipertrofia sinovial localizada
en el canal carpiano. La afectación del hombro y del codo son realmente una
limitación para estos pacientes, las lesiones más frecuentes son de los
manguitos rotadores.
En cuanto a la afectación en miembros inferiores, se
localiza fundamentalmente en el pie, en el tobillo pueden aparecer luxaciones
de las cabezas de los metatarsianos, hallux valgas (juanetes) y dedos ¨en
martillo¨. En ocasiones pueden afectarse los tendones del tibial anterior,
peroneos o el tendón de Aquiles cuando se desarrollan nódulos reumatoides. La
cadera y la rodilla pueden presentar inflamación, dolor y la existencia de
derrame sinovial, el cual es de mayor complejidad en la cadera.
Sintomatología
Extraarticular:
Entre los síntomas no articulares, es posible
encontrar una afectación inespecífica del estado general, que cursa con
febrícula, malestar general, pérdida de peso moderada, así como una mayor
frecuencia de infecciones. Por otro lado, la pericarditis, vasculitis, derrame
pleural y algunas nefropatías y neuropatías enlistan los síntomas
característicos extraarticulares de la AR
Diagnóstico
El diagnóstico de la AR, se debe realizar basándose en
la historia clínica, la exploración radiográfica y los hallazgos de
laboratorio, después de descartar otras enfermedades
Historia clínica: En un caso
típico se observa dolor articular de carácter inflamatorio, con rigidez matutina
prolongada (muchas veces superior a 30 minutos), aumento de temperatura y
limitación funcional de varias articulaciones, en forma simétrica, durante un
período mayor de dos meses. Hay ligera leucocitosis, anemia asociada con un
proceso crónico, aumento de la velocidad de sedimentación, factor reumatoide
positivo y datos bioquímicos habitualmente normales.
Radiología: Todas las
articulaciones afectadas por la enfermedad presentan características
radiológicas comunes como resultado de la inflamación crónica local. La
actividad inflamatoria va produciendo el deterioro del cartílago articular, que
radiológicamente se observa como una disminución del espacio entre ambos
extremos óseos articulares. El primer hallazgo es un aumento de las partes
blandas a expensas de la hipertrofia sinovial y el derrame articular; además,
cuando la enfermedad avanza se producen alteraciones de la alineación de las
articulaciones (subluxación).
Evaluación de la capacidad física: Evaluar mediante cuestionarios y examen físico las limitantes de movimiento que presenta el paciente y su relación con el dolor, también evaluado mediante la escala de EVA ( escala análoga visual).
Pruebas de laboratorio
- Trastornos hematológicos. Es habitual la
presencia de anemia normocrómica y normocítica, típica de los procesos
inflamatorios crónicos y que mejora cuando se controla la actividad de la
enfermedad.
- Factor reumatoide. Son inmunoglobulinas
dirigidas contra determinantes antigénicos localizados en el fragmento Fc de
las inmunoglobulinas IgG2 e IgG3 humanas. Las pruebas más usadas
detectan factor reumatoide IgM (que aparece en el 75% de los enfermos con
artritis reumatoide), aunque con métodos más específicos se ha detectado factor
reumatoide IgG, IgA e IgE.
- Líquido sinovial. El líquido
sinovial obtenido mediante artrocentesis aporta escasos datos diagnósticos y,
por lo común, su análisis sirve para establecer el diagnóstico diferencial con
otras artritis (artropatías microcristalinas y sépticas).
Tratamiento
En todo paciente con diagnóstico de AR se recomienda
iniciar su tratamiento específico desde el momento de la confirmación del
diagnóstico. El lograr reducir la inflamación durante este período, evitaría el
daño articular y las complicaciones asociadas. Este período se conoce como la
“Ventana de Oportunidad Terapéutica”. La duración de la enfermedad es el factor
pronóstico más importante de respuesta al tratamiento. A menor duración de los
síntomas, mayor es la respuesta al tratamiento. Los tratamientos son prescritos
por los profesionales de salud, ya que ellos los elegirán según cada paciente,
ejemplos de estos son:
- AINEs: Los analgésicos y AINEs son medicamentos que ofrecen ayuda sintomática para el dolor y/o la inflamación. No se recomienda usarlos como fármaco único.
- Corticoides: Se recomienda el uso de corticoides orales para el manejo del dolor e inflamación articular. Se recomienda utilizarlos en la menor dosis posible, idealmente menos o igual a 10 mg/día, por el menor tiempo posible. No deben ser usados como monoterapia.
- Fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARMEs): Todos los pacientes con AR deben ser tratados con FARMEs en monoterapia o una combinación de estos. Considerando la eficacia, seguridad y costo, en la mayoría de los casos el Metrotexato es la primera elección
Recomendaciones
Las investigaciones demuestran que quienes padecen de
AR, en especial las personas cuya enfermedad no está bien controlada, tienen
mayor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares,
es por esto que es de suma importancia realizar una visita con su médico acerca
de estos riesgos y las maneras de reducirlos.
Es importante hacer actividad física, ejercicios
aeróbicos de bajo impacto, como caminar, y otros ejercicios para aumentar la
fuerza muscular, eso mejorará el estado de salud general del paciente y
reducirá la presión en las articulaciones, sin embargo, esta actividad física se
debe disminuir cuando aparecen las crisis. Por lo general, el reposo ayuda
cuando una articulación está inflamada, o cuando el paciente se siente cansado
o con malestar general.
Se recomienda que todo paciente con AR tenga acceso a
sesiones anuales de tratamiento con terapeuta ocupacional. En ellas se debiesen
reforzar aspectos educativos de protección articular aplicada a las rutinas y
actividades cotidianas, adecuaciones ergonómicas y del puesto de trabajo.
Se recomienda la prescripción y entrenamiento en uso
de órtesis o férulas que puedan ser necesarias para el mejoramiento de la
calidad de vida de estos pacientes C Se recomienda que todo paciente con AR sea
derivado a rehabilitación integral con fisiatra, kinesiólogo y terapeuta
físico.
Es de suma importancia educarse acerca de la
enfermedad que se padece, no automedicarse y seguir las indicaciones del
profesional de salud respectivo.
Bibliografía
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